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El tema central del Zhuangzi puede resumirse en una sola palabra: libertad. En esencia, todos los filósofos de la antigua China se plantearon el mismo problema: ¿cómo vivir en un mundo dominado por el caos, el sufrimiento y el absurdo? Casi todos respondieron con un plan de acción concreto diseñado para reformar al individuo, a la sociedad y, finalmente, liberar al mundo de sus males. Las propuestas de los confucianos, los mohistas y los legalistas, si bien difieren entre si, se basan en el mismo enfoque sensato del problema, y ​​todas buscan reformas sociales, políticas y éticas concretas para resolverlo. La respuesta de Zhuangzi es radicalmente distinta y se basa en un pensamiento completamente distinto. Es la respuesta de un místico, y al intentar describirla aquí con un lenguaje claro y concreto, sin duda estaré violentando su naturaleza esencialmente mística e indescriptible. La respuesta de Zhuangzi a la pregunta es: libérate del mundo. ¿Qué quiere decir con esto? Se refiere al bagaje de viejas ideas, a los conceptos convencionales de lo correcto y lo incorrecto, del bien y del mal, de la vida y la muerte, que la gente lleva consigo adondequiera que va.