Dice I.I. Smart en su detallada y metódica introducción al libro: Maloney domina el arte de narrar con una prosa económica, que golpea, que arranca una reacción emotiva, que nos hace sentir, inclusive vibrar con la sensación, efecto precisamente de la imagen poética según Carlos Busoño. [Y continúa Smart:] Maloney es cineasta, ... y esto se manifiesta en su obra literaria. En “Arteaga,” por ejemplo, muestra su sensibilidad a las sutilezas de la luz: “También quedaron grabados los atardeceres de rayos rojos que se filtran en todas direcciones a la plaza, corazón mismo del pueblo, diluyéndose en las noches de oscuridad apacible y tranquila envuelta en un manto de estrellas”. El lector [recordará entonces]: “Los enormes reflectores rojos caían en diferentes ángulos sobre las paredes de la casa” del cuento “Matías.” También en “Matías” se da: “a la una de la madrugada las casas eran como dibujos de niños, quebrados o inanimados.” Maloney ve las cosas con ojo de cinematógrafo. Así en “Arteaga” [una vez mas:] “aquella alberca, tan grande como un rascacielos acostado,” [imagen] tan fuerte e innovadora por ser tan marcadamente visual. La trama de la narración se desarrolla de una manera que intensifica la anticipación del lector para saber cómo terminará todo. Maloney maneja bien un recurso central del realismo crítico, el de estructurar la narración para el llamado lector macho que tiene que resolver por su cuenta el problema, el misterio por entender las indicaciones, las claves, las guías, las sugerencias de interpretación insertadas por el autor; o sea, el lector tiene que trabajar con el autor en la creación del universo de ficción [termina la cita a I.I. Smart].
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Dice I.I. Smart en su detallada y metódica introducción al libro: Maloney domina el arte de narrar con una prosa económica, que golpea, que arranca una reacción emotiva, que nos hace sentir, inclusive vibrar con la sensación, efecto precisamente de la imagen poética según Carlos Busoño. [Y continúa Smart:] Maloney es cineasta, ... y esto se manifiesta en su obra literaria. En “Arteaga,” por ejemplo, muestra su sensibilidad a las sutilezas de la luz: “También quedaron grabados los atardeceres de rayos rojos que se filtran en todas direcciones a la plaza, corazón mismo del pueblo, diluyéndose en las noches de oscuridad apacible y tranquila envuelta en un manto de estrellas”. El lector [recordará entonces]: “Los enormes reflectores rojos caían en diferentes ángulos sobre las paredes de la casa” del cuento “Matías.” También en “Matías” se da: “a la una de la madrugada las casas eran como dibujos de niños, quebrados o inanimados.” Maloney ve las cosas con ojo de cinematógrafo. Así en “Arteaga” [una vez mas:] “aquella alberca, tan grande como un rascacielos acostado,” [imagen] tan fuerte e innovadora por ser tan marcadamente visual. La trama de la narración se desarrolla de una manera que intensifica la anticipación del lector para saber cómo terminará todo. Maloney maneja bien un recurso central del realismo crítico, el de estructurar la narración para el llamado lector macho que tiene que resolver por su cuenta el problema, el misterio por entender las indicaciones, las claves, las guías, las sugerencias de interpretación insertadas por el autor; o sea, el lector tiene que trabajar con el autor en la creación del universo de ficción [termina la cita a I.I. Smart].